Ya estamos en el Futuro y la pregunta es: ¿Bueno… y qué?
Para aquella generación de niños, adolescentes y jóvenes adultos de 1959, quienes con entusiasmo verdadero, fervor patriótico, responsabilidad y sacrificio, mutilaban el mejor momento de sus vidas en las Patrullas Juveniles, los Jóvenes Rebeldes, las Milicias, los trabajos voluntarios, sin abandonar estudios y trabajos, con poco tiempo para disfrutar las normales recreaciones propias de la edad, la Revolución era el proyecto de un futuro promisorio, un futuro en donde el Hombre sería hermano del Hombre, en donde los bienes espirituales y materiales se fusionarían y la tolerancia, la libertad, la equidad, la igualdad, todas ellas constituirían el pan nuestro de cada día.
Aquel futuro prometido, cargado de abundancias de todo tipo, dentro de una sociedad plenamente integrada, respetuosa del otro y entrelazada por una sólida educación, una cultura inter y multicultural, con un sistema de Derecho novedoso, con leyes de vanguardia capaces de defender, regular , exigir y poner en marcha sin ningún tipo de privilegios, una convivencia genuinamente solidaria, para ejemplo del hemisferio occidental y del mundo.
Ese gran futuro que nos vendían y que sería plenamente cumplido en el siglo 21, exigía de todos mucho sacrificio, pero sobre todo, una incondicional lealtad a la sabiduría, al patriotismo y a la bondad del Gran Jefe y sus más cercanos colaboradores. Nuestro mayor ejemplo eran los guerrilleros internacionalistas resumidos en la figura del Ché.
Pasaron décadas. Vivimos y nos desgastamos en planes económicos irracionales que muy lejos de acercarnos al objetivo prometido, nos alejaban. Fracasos y más fracasos, pero cada fracaso nos sometía a nuevas consignas de victoria. Participamos los de la generación 59 en guerras de guerrillas internas y externas y en horribles y mortíferas guerras convencionales, Nuestra generación se iba desangrando y físicamente mutilando, pero el Futuro nos convocaba.
Aunque la economía nacional nunca mejoraba (sólo a ratos daba atisbos), la regulación de la escasez (llamada libreta de abastecimientos) continuaba dominando la vida nacional , y por supuesto la de la G-59 (Generación de 1959). Las viviendas siempre estuvieron muy lejos de lo suficiente, y las que se hacían a través de los improvisados constructores de las Microbrigadas, resultaban ser de pésima calidad, hechas con apuro, sin diseños funcionales y sin estética.
Las palabras más oídas por la G-59 eran SACRIFICIO y FUTURO. Cuando al sueño del mundo mágico del siglo 21 se le dio un golpe demoledor. De pronto, 2 millones de cubanos llenaron planillas en las oficinas de Inmigración del Ministerio del Interior para irse del Sueño. Todo esto, al tiempo y poco después que más de 100 mil cubanos se fueran por el puerto del Mariel y más de 10 mil, ingresaran intempestivamente en la embajada del Perú en La Habana.
Golpeado, hospitalizado y convaleciente después, la idea del FUTURO LUMINOSO continuó. Estaba bastante maltrecho, cojo, medio tuerto, pero para un porciento superior al 50% dentro de los miembros de la G-59, continuaba aún vivo el deseo de aquel mundo mejor. Sin embargo, ya ese futuro se veía con reformas, que había que lograrlo de otra manera, con nuevas fórmulas dialécticas, con mayores espacios democráticos en lo económico y social, y también, por qué no, con nuevos procedimientos dentro del Partido y su Unión de Jóvenes Comunistas.
La G-59 empezó a degustar modelos como el Eurocomunismo, la socialdemocracia Sueca especialmente, y se interesaba mucho por ideas de izquierda pro socialistas que no fueran tan rígidas e inflexibles como las cubanas. Al fin y al cabo veinte años después muy poco habíamos avanzado económicamente y desde el punto de vista de las libertades colectivas e individuales.
La gran desilusión, sorpresa y a la vez renacimiento del entusiasmo por parte de la G-59 se produjo cuando vieron como los veteranos y fundadores de Socialismo, a los hermanos soviéticos, sentirse plenamente identificados con las nuevas variantes llamadas Perestroika (restructuración económica) y Glasnot (transparencia informativa, cultural y política.
El fracaso del modelo totalitario soviético, un proceso interno del cual no se podía culpar a la subversión del imperialismo, pues la Unión Soviética era una superpotencia, reflejaba como un sistema de absoluto control político-social, informativo, cultural y de todo tipo, había sucumbido por implosión y por la histórica acumulación de problemas relacionados con la falta de libertad individual, de libertad colectiva, la falta de la iniciativa popular, la total ausencia de poder de las masas populares, la burocratización del Partido Comunista Soviético, el control hegemónico de una dinastía de ancianos quienes iban muriendo uno a uno, como en un efecto dominó, y la falta de esperanzas de la juventud soviética de salir del estado de cosas en que se encontraban y sin tener la capacidad social y política capacidad para poder transformar a su inmenso y rico país, de ser un estado subdesarrollado con armas atómicas, en un país industrial moderno con bienestar y libertades para todos los ciudadanos.
La G-59 comenzó a hacerle larguísimas colas a las publicaciones soviéticas que se vendían en Cuba, las que con anterioridad al proceso de cambios, sólo un pequeño y reducido grupo de cubanos, fundamentalmente de generaciones anteriores a la G-59. Fue tal la avalancha que el gobierno cubano prohibió la venta de esas publicaciones calificándolas de subversivas.
Lo que si queda claro, es que al llegar el futuro, en el cual ya estamos hace rato, Cuba no era más que un clásico estado totalitario, dominado por una élite de poder que sigue repitiendo un discurso de la pasada época de Guerra Fria. Un gobierno comprometido con la intolerancia, la represión política, el calificar a los que disienten de sus políticas de enemigos y agentes del imperialismo norteamericano. Un gobierno que sigue practicando y ejecutando leyes internacionalmente condenadas como son; la ley de salida definitiva (destierro), la ley de peligrosidad y la organización y control de brigadas de respuesta rápida.
Esas dos leyes y esta directiva partidista, son ejemplos vivos de que el gobierno cubano practica consecuentemente hasta el dia de hoy, una feroz intolerancia, una poderosa supremacía política y una hegemonía social cada vez más asfixiante.
La Ley de Salida Definitiva
El Futuro que nos hablaban está aquí, lo estamos viviendo dia a dia, y le ha llegado a los cubanos teniendo todavía vigente una Ley que no sólo está en contra de las normas internacionales vigentes, aprobadas por la mayoría de los países del mundo, incluyendo Cuba. Una ley de destierro en pleno siglo 21 que no le permite a las personas nacidas en Cuba y que residen fuera de la isla, de poder regresar a su Patria, cuando lo deseen, y por vivir en ella sin limitaciones de ningún tipo como ocurre en la mayoría de los países del mundo.
Esta ley no sólo expulsa a millones de personas de sus propio país, sino que impide que los menores de edad, puedan salir y entrar de Cuba si sus padres así lo desearan. Si finalmente los menores de edad salieran de visita temporal exterior, de acuerdo a esta legislación, serían desterrados al aplicársele la llamada Salida Definitiva.
Por tanto, esta ley no sólo restringe la voluntad personal, el libre albedrío individual, sino que también limita por completo la Patria Potestad, es decir la responsabilidad, cuidado y vigilancia que los padres deben tener sobre sus hijos menores de edad. Es el gobierno cubano quien se abroga el derecho de determinar que es bueno y que es malo para los hijos menores de los cubanos.
La Ley de Peligrosidad
Que clase de futuro esperaba a la G-59. La ley de peligrosidad es una aberración política, una acción totalitaria de alto grado represivo. La ley de peligrosidad no se atiene a Derecho, no es legal en ningún aspecto de la doctrina jurídica internacional. Esta ley indica que el estado cubano se atribuye la facultad de arrestar, juzgar, sancionar y encarcelar hasta por 4 años a ciudadanos que no han cometido ningún delito. Y eso es una barbarie, especialmente en la post modernidad en pleno siglo 21.
La ley de peligrosidad faculta a la policía, la fiscalía y a los tribunales a juzgar a una persona que por vivir en un barrio marginal, popular o pobre, vive, actúa, viste, habla, camina, se reúne con personas que las autoridades totalitarias consideran que son proclives, que podrían en un momento futuro cometer algún delito. Ese tipo de razonamientos absurdos son en los que se basan para aplicar la ley.
Esta es una de las barbaridades más ejemplarizantes de lo que constituye la llamada “justicia” socialista. Todo el mundo sabe que en cualquier doctrina de Derecho lo que vale y prevalece es la PRUEBA, sin pruebas, sin constancia de que alguien haya cometido un delito, ninguna persona puede ser juzgada. Como entonces se sanciona, nada menos que con hasta4 años de prisión que no han cometido ningún delito. Nadie es delincuente por apariencias, sólo cuando viola la ley y se le prueba. Recordemos que ninguna cárcel es un hotel.
He comentado muchas veces con colegas de otros países sobre esta situación de ilegal-legalidad y normalmente no me creen, no pueden concebir que haya un país, y para algunos de ellos, mucho menos Cuba, pueda tener una legislación de este tipo que constituye una flagrante violación a la vida de las personas y un instrumento represivo que sólo sirve para( con una apariencia) “legal” (aunque no lo sea) desaparecer por años de la sociedad a las personas que le pueden resultar molestas.
Incluso hemos intercambiado y opinado que la Ley de la Peligrosidad sirve para ser aplicada a cualquiera, viva en un barrio pobre, popular o marginal o en “los barrios altos” siempre y cuando pueda constituir una posible o real amenaza a los intereses políticos de la élite del poder. Por otra parte, esta ley también crea una coacción y una coerción social, que engendra miedo psicológico social y sentido de impunidad gubernamental y total vulnerabilidad entre la población.
Sin dudas con una ley como esta, con una ley como la del destierro, resulta poco creíble que un gobierno que mantenga vigente estas leyes después de la primera década del siglo 21, pueda estar produciendo algún tipo de apertura creíble, algún programa de ayuda social hacia los más victimizados, algún proyecto dirigido a democratizar la vida de los ciudadanos cubanos.
Las Brigadas de Respuesta Rápida
El deber de todo Estado es el defender a sus ciudadanos de cualquier tipo de abuso , incluso si esos ciudadanos son contrarios al gobierno o sean prisioneros o simplemente delincuentes. Ese deber del Estado se ejerce a nombre de la ley, pues nadie, sea quien sea, puede atribuirse el castigo o las sanciones a otras personas sin que medie el requisito de la ley y la legalidad. Pues si ello se permite estaríamos en presencia de un Estado sin legalidad, en un Estado arbitrario o ante un Estado terrorista.
Sin embargo, en Cuba, bajo un viejísimo y populista criterio político de que “la calle es de los revolucionarios”, es decir, la calle, la sociedad pertenecen al gobierno y sus seguidores, y aquellos que no apoyan al gobierno, son sus enemigos. El principio es bien maniqueo, el que no está conmigo, está contra mi, y por tanto es mi enemigo y al enemigo se le puede hacer cualquier barbaridad o salvajismo porque es un enemigo.
El Estado totalitario-hegemonista de la isla increíblemente es el principal promotor del abuso de la fuerza contra indefensos ciudadanos a través de las llamadas Brigadas de Respuesta Rápida.
Estas Brigadas no han sido creadas por Ley, teóricamente no existen legalmente, aunque su amplia y popularmente conocida y sentida existencia, se debe a orientaciones provenientes de la cúpula gubernamental y el uso de los recursos materiales, logísticos y de organización que provee el Estado-partido de Cuba.
Las Brigadas son parte de la vieja política cubana de dividir al máximo al pueblo en aras de controlarlo con mayor efectividad. Todo el mundo recuerda que la represión de los ciudadanos revolucionarios contra aquellos que querían partir de la isla por el Mariel en 1980 estaba organizada por el gobierno. Aquellas represiones entre cubanos, incluso familiares, fueron las precursoras de estas Brigadas de Respuesta Rápida, aunque estas si están perfectamente organizadas y entrenadas.
Si a todos aquellos jóvenes, adolescentes y niños de la G-59 les hubieran dicho que aquel Sueño iba a ser esta realidad, jamás lo hubieran creido. El siglo 21 para ellos entonces no tendría los problemas económicos, sociales, culturales, raciales, de género, de ausencia de libertades básicas, llena de intolerancias, con clases bien definidas con riqueza, poder e impunidad personal y familiar.
Y ahora, en este futuro-presente para la G-59, le proponen a los descreídos y existenciales jóvenes de la Cuba actual, de forma subliminal y menos incisiva que hace más de 52 años, que el Gran Jefe vivirá 60 años más, que el actual Jefe gobernará otros 20 años y que los biznietos de la nomenclatura del poder continuarán la obra de la revolución,
Pues bien, estamos en el futuro. Bueno …y que
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